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Miguel Dantart actuando en Pamplona

Un nuevo correo electrónico en el buzón. Una propuesta para actuar en las Jornadas Universitarias de los Pirineos (JUP) el día 25 de julio. Un mensaje así sería una alegría en cualquier momento, pero después de cuatro meses sin poder actuar por culpa de la pandemia, la alegría fue inmensa. Así que, el mismo sábado, salí temprano de Madrid.

A las 13 horas ya estaba en Pamplona dejando el equipaje en el hotel, donde desplegué el piano para ensayar un poco antes del concierto. Busqué algún restaurante cerca para comer. No tenía mucha hambre, pero quería comer algo y descansar antes de la prueba de sonido. Encontré varios restaurantes cerca, pero elegí uno llamado Sí Bemol. Muy propio.

Regresé al hotel y, después de descansar un rato, me puse a dar un último repaso al repertorio.

La prueba de sonido transcurrió sin inconvenientes, más allá del calor sofocante que hacía. Treinta y nueve grados centígrados. Menos mal que el concierto estaba programado para las 21 horas, cuando ya daría sombra en toda la explanada.

Comienza el concierto. Sensación extraña. Todo el público inmóvil, con sus mascarillas y muy distanciados unos de otros. Poco a poco fui entrando en lo que los ingleses llaman mood. Las sensaciones que se viven en un escenario son extraordinarias, pero en este caso, y con una brisa que parecía viento, me dejé llevar por el atardecer. El viento se llevó volando por la explanada algunas letras. El público cantó conmigo. Hice amigos. Fui feliz. ¡Gracias!